Acerca de un colaborador

Estimados lectores,

En esta entrada trato de responder a estas preguntas:

¿Quién escribe estas cosas? ¿cómo lo sabe? ¿será verdad? ¿por qué lo hace?

En el periodismo clásico hay que identificar las fuentes, pero en el caso del activismo en internet mucha gente prefiere conservar el anonimato, lo que supone un problema. La credibilidad y la validez de lo que escriba alguien en la red se basa, pues, en algo intangible como es la reputación, adquirida gracias a un conocimiento demostrado del tema, y a la comprobación con el tiempo de si esa persona estuvo acertada en sus previsiones.

He tenido la inmensa suerte gracias a un foro en inglés de trabar conocimiento con un oficial ruso retirado, cuya experiencia profesional y conocimiento del tema hace que sus aportaciones sean, a mi juicio, más valiosas que las de famosos bloggers rusos con cientos de miles de visitas, por lo menos desde el punto de vista técnico militar. Y desde luego muy superior a las de periodistas mercenarios de a tanto la línea que escriben al dictado de lo que mandan sus amos.

Todo lo que se recoge en este blog es información. Puede ser inexacta o equivocada, pero aquí no se escribe nada inventado, aunque sólo fuera porque no tengo imaginación ni tiempo para ello y no me pagan por escribir aquí. Admito que cabe siempre el riesgo de ser embaucado por un informante, la internet está llena de miles gloriosus,  farsantes que no son lo que dicen ser, e incluso entre los que sí son militares, hay entre algunos cierta tendencia a exagerar su propia importancia, participación en el conflicto, o conocimientos sobre el tema. Las memorias de muchos militares, de soldado raso a mariscal, son monumentos a la egolatría y la vanagloria.

Por ello, para confiar en un desconocido hay que leer con atención lo que escribe durante un tiempo prolongado y contrastarlo con los hechos.

Felizmente, he podido contrastar lo que me contó mi conocido en la entrada anterior con las fuentes en las que se basa, blogs que recogen testimonios de milicianos en primera línea y civiles residentes cerca del frente de batalla. Después de dos años de guerra puedo decir que en verdad es quien dice ser, que conoce el tema, que suele acertar, y lo más importante, tiene la honradez de reconocer cuándo se ha equivocado, y que a veces no entiende nada de esta extraña e imprevisible guerra, porque sencillamente no sabemos las maniobras secretas que tienen lugar al más alto nivel. Lo que sí puede hacer es dar una opinión informada sobre lo que ocurre en los campos de batalla.

De entre lo que me ha contado y estoy autorizado a revelar, por razones de seguridad. Es ruso, de una familia con una larga tradición militar que se remonta al siglo XVIII. Sirvió en el ejército soviético y luego en el ruso, en tanques (en unidades equipadas con T-72), retirado con el grado de Mayor (comandante de batallón), tomó parte en la guerra de Chechenia, aunque modestamente dice que no hizo nada especial, pues estuvo en cometidos de instrucción y técnicos, lo que por una parte confieso que es una pequeña decepción ya que no tiene historias de guerra que contar, y si las tuviera tampoco serían agradables ni querría contarlas, porque fue una guerra sucia y sin gloria. Por otro lado, pese al tópico de «las batallitas del abuelo»  los auténticos veteranos son muy reticentes a compartir sus experiencias, a menudo traumáticas, con nadie que no sea del «club».

Pero por otro lado, suma puntos, ya que sin ser diplomado de Estado Mayor, se trata de un oficial con conocimientos y experiencia sobre temas más complejos e intelectuales que los del simple teniente de infantería. Ser militar no es ninguna garantía de nada, pero como oficial, como analista, y como caballero le considero muy por encima de sus homólogos occidentales de los que he conocido muchos en foros militares , y que en general son «guerreros de la Guerra Fría» que todavía asocian Rusia con la Unión Soviética, llenos de prejuicios trasnochados,  o en el caso de muchos americanos, gente para la que su paso por el ejército es sólo un episodio más en su currículum. A juzgar por un penoso informe publicado por un par de oficiales americanos sobre las lecciones de Debaltsevo, West Point ya no es lo que era.

Es un hombre de notable inteligencia, perspicacia  y cultura, con profundos conocimientos históricos y otros ajenos a su carrera militar, de lo que da fe su excelente nivel de inglés, algo excepcional para un ruso de su generación (estimo que pasa de los 50). Como ustedes o como yo, es una persona normal, con su trabajo, su familia y aficiones, que escribe sobre una guerra que le conmueve profundamente, como ruso, como cristiano y como a cualquier ser humano amante de la justicia, la paz y la libertad. Y que aporta  lo que puede en la guerra de la información en foros occidentales, aunque reconozco que es una lucha quijotesca el tratar de hacer despertar a la mayoría de occidentales anglohablantes del lavado de cerebro de los medios de manipulación de masas y el adoctrinamiento en la rusofobia.

No es militar en activo, ni tiene acceso a información confidencial, más allá de sus contactos oficiosos con camaradas retirados o todavía en activo y el acceso a literatura militar profesional y foros de militares rusos. Simplemente es alguien que como yo , recopila noticias, en su caso  mucho más fácil por ser ruso, y emplea sus conocimientos y experiencia para tratar de interpretar y comprender lo que realmente está pasando.

Por tanto, lamento decepcionar a los lectores, no tengo acceso a ninguna fuente de información privilegiada, ni mi conocido es un oficial de la KGB con línea directa con el Kremlin. No tengo la suerte de que un servicio secreto me pague para contar mentiras, como el infame Bellingcat. (¡ Y bien que me gustaría una subvención como la de los míticos trolls pagados por «el oro de Moscú»!)

Quizá no sea el mejor experto en temas militares que existe, pero es el único que conozco con el que pueda comunicarme, y que tenga ganas de hablar del tema.

Simplemente somos aficionados que tratamos de echar una gota de verdad en un océano de ignorancia y mentiras con la esperanza de que el esfuerzo colectivo de muchos otros como nosotros, y el de ustedes, señores lectores, llegue a permear la conciencia de la opinión pública occidental y despierten a la horrible realidad de los crímenes que se perpetran en Ucrania con la complicidad de Alemania y USA, y cómo esta guerra corre el riesgo de arrastrarnos a los europeos a una guerra cataclísmica contra Rusia, con repercusiones gravísimas para toda la Humanidad, y pienso aquí en nuestros lectores de Hispanoamérica, muchos de los cuales conocerán lo que han sufrido sus países por la injerencia imperialista de los USA.

Quizá todo esto no sirva de nada, pero es lo que exige mi conciencia, es mi deber. Veo en mi hija a los niños de Donbass, y el día de mañana, cuando crezca, tener una respuesta de la que no sienta vergüenza cuando me pregunte:

«Papá, ¿qué hiciste en la guerra, cuando nos mataban a los rusos sin que a nadie le importara?»