Tal y como prometió Joe Biden a Petro Poroshenko en un encuentro durante la reciente visita del presidente ucraniano a Washington, Estados Unidos confirmó la semana pasada su promesa de seguir aportando asistencia financiera a Ucrania, especialmente en materia de seguridad. Pese al aumento de las críticas por la ausencia de las prometidas “reformas” –en realidad una forma de exigir más privatizaciones-, que se han plasmado en artículos críticos en medios de gran relevancia como The New York Times o Foreign Policy-, la administración Obama mantiene su apoyo incondicional a Kiev.
Olvidada ya la crisis política creada por la incertidumbre de quién sustituiría al frente del Gobierno a Arseniy Yatseniuk -sentenciado hacía semanas pese a haber superado una moción de confianza-, el nombramiento de Groisman ha permitido a Washington y Kiev volver a su retórica habitual centrada en las reformas económicas y en el apoyo al proceso de Minsk.
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